Productora y periodista independiente. Noticias. Reportajes.

Tallas extras

El día que descubrí abanicos en los probadores

Las dietas de mi vida…

¿Les sucede lo que a mi? ¿Que suben y bajan de peso? Que de pronto se les antoja algo de su comida preferida y la consumen con tanto gusto, pero de pronto se arrepienten por que piensas que mañana no les quedará la ropa. No son los únicos.

El “Talón de Aquiles” se refiere a una expresión que se emplea para referirse a la parte débil o vulnerable de una persona y así defino esta historia por las dietas en mi vida.

A mis 46 años he tenido la oportunidad de realizar tantos comienzos y finales relacionados con procesos para bajar de peso.

Ninguno de los retos que me he propuesto a los largo de los años han sido fáciles, lo fácil es que soy una persona que hasta en un fin de semana puedo aumentar algunos kilos si me descuido.

Desde que recuerdo, en mi niñez siempre me decían que era “la gordita”, “la cachetoncita”, aunado a que fui de la generación de alimentarme con los clásicos pastelitos, los famosos “pingüinos” acompañados de un refresco Coca Cola en botella bien helada, lo cual resultaba una verdadera gloria.

¿Pero será que con el tiempo aprendí a quererme y ahora que veo fotografías no me parece que lo fui tanto? Bueno, es momento de tener una percepción distinta, ¿no creen?

El detalle es que he aprendido que nos van creando con ciertas ideas y eso se nos va quedando y vamos creciendo con ello. Lo cual se convierte en un factor importante para entender que podemos cambiar nuestro modo de pensar y de visualizarnos como seres humanos.

Ahora me remonto a la época de cuando asistí a la Escuela Secundaria Federal número 6, cuando vivía en la colonia Infonavit Casas Grandes, en Ciudad Juárez, Chihuahua, en los años ochentas.

En ese tiempo decidí participar como integrante de la escolta en la institución, eso me ayudó a realizar actividad física, sin dejar pasar que es la etapa cuando cambias a la adolescencia.

Sentí que había dado un estirón, frase que por cierto la escuchaba con frecuencia entre mis ex compañeras. Eso me hacía lucir más alta y con menos peso. Me sentía más cómoda al utilizar el uniforme ya que le cosí unos centímetros porque comenzaba a quedarme un poco grande.

Con la intención de no subir de peso en tiempo de vacaciones, realizaba una hora de ejercicios, pero debo confesar que no es lo mío, pero aún así intentaba practicarlo.

De ahí, llegó el tiempo de la Preparatoria, estuve inscrita en el Colegio de Bachilleres número 5, para dirigirme de mi casa al COBACH el trayecto a pie se hacían unos 25 minutos.

-Yo de estudiante del COBACH en 1991

Me auxilió a mantenerme a un cierto peso además lo combinaba con actividades como teatro, sociedad de alumnos, entre otras lo que me mantenía en constante movimiento.

Ya pasando a la época de la Universidad e iniciando una etapa como empleada, lo cual se convierte en mi primer trabajo, comencé a sentir una reacción de ansiedad y eso me generaba comer un poco más y a cualquier hora del día, por lo que tuve que comprar ropa más grande.

Fue entonces, hasta que un día fui invitada a participar como madrina de una quinceañera, fue justo cuando acudí a una tienda en el centro comercial Plaza Juárez Mall a probarme un vestido que tenía que adquirir con ciertas características.

Después de estar en el probador del establecimiento, al salir del pequeño cuarto con la prenda en mis manos, me acerqué a preguntarle a una de mis hermanas quien me acompañaba, ¿Por qué hay un abanico en los probadores? Ella muy comprensiva volteó a verme y se acercó a susurrarme, “Porque las gorditas sudan mucho”.

Ese momento fue realmente revelador y es que cuando terminó de decirme esa frase, yo avergonzada conmigo misma, volteé a ver el nombre del lugar y me di cuenta que era de tallas extras.

Después de pagar el atuendo color guinda el cual me había encantado como lucía, habría caído en razón lo que estaba sucediendo con mi aspecto. Lo único que podía recordar, eran todos esos momentos de haber comprado de la expendedora, pastelitos de chocolate rellenos con mermelada de fresa y bombón, que me encantaba comer como postre durante las noches después del trabajo.

Conforme pasaban los días, había adquirido aparatos caseros para realizar rutinas e intentar mantenerme en forma pero en realidad no era lo mío.

Luego de varias semanas tuve conocimiento de una clínica que se dedicaba de la venta de medicamentos para reducir tallas. Pero después de mucho intentos, dije uno más que puedo perder.

Así que acudí al negocio y al momento de pesarme, ¡Oh mi Dios! Me dio risa de nervios, no podía creer lo que marcaba en ese momento la báscula. Estaba en 200 libras, ¡casi 91 kilogramos!

Saliendo de lugar y con un kit de pastillas en las manos, me fui a desayunar para celebrar que ese día sería el inicio de una de mis tantas dietas. Si mal no recuerdo, era el año 2003.

Con ese proceso logré bajas 80 libras que son como más de 36 kilos, durante unos ocho meses. El cambio fue paulatino e increíble. Mi vida se había transformado al grado de que me di cuenta que hay cierta discriminación con las personas que están arriba de su peso.

Les explico porque, en una ocasión acudí a donde normalmente iba a teñirme el cabello, estaba muy concurrida la estética, cuando ingresé, cual fue mi sorpresa que tres caballeros se pararon a darme el asiento, la verdad que me sorprendió, el gesto no lo había experimentado en meses anteriores.

Otra de las experiencias que viví, fue que hubo personas que no llegaron a reconocerme. Me comentaban que cuando me escuchaban hablar sabían que era yo, pero si no fuera por eso hubiera pasado como otra persona. Explicarles esto me parece difícil pero en ese tiempo no me había dado cuenta que habría realizado una verdadera transformación.

Esa época la disfruté y claro que el proceso lo realicé de una manera muy sistemática, tal fue el resultado que hubo un sin número de personas que me llegaron a preguntar a dónde acudía para seguir el mismo tratamiento.

Pasaron los años y volví a recuperar algunos kilos, pero afortunadamente no he llegado a los casi 100 que tenía en aquélla época, trato de mantenerme. He aprendido bastante sobre tallas desde la S, M, L, Extras, en fin de todo tipo.

-Las diferentes tallas de mi closet

También debo agregar que en muchas de las ocasiones las personas que te rodean pueden ser tan crueles con ciertos comentarios que no se miden y llegan a herirte. Se los comento por que he conocido gente que me han hecho referencia sobre mi peso y no saben o tienen idea de lo que me ha costado tratar de llevar este problema.

Por eso vuelvo a referir sobre la discriminación y lo peor de todo es que en su mayoría han sido mujeres, pero como me dice mi hermana, “Eres muy educada y no les contestas como debe ser”.

Después de tiempo y sentirme en ocasiones mal por las prendas que no me quedan o que no lucían como quería, volví a otro reto. Tomando en cuenta que con otra edad es poco complicado perder peso más rápido, se los digo por experiencia.

Antes de mudarme a Denver, Colorado, decidí perder otros kilos. El reto fue interesante, porque ahí estoy nuevamente, aprendiendo otro sistema y otro tipo de platillos lo cual me benefició de gran manera y el cambio fue satisfactorio e incluso agregué rutinas de ejercicios (pero ahora si los hice).

El detalle fue que cuando llegué a esta ciudad, era temporada de invierno y no faltaba el café y las donas muy ricas. Aunado a vivir un cambio, extrañar a la familia y renunciar a un modo de vida, me hizo refugiarme un poco en la comida, al fin un pretexto más.

-Invierno 2019 Aurora, Colorado

Aclaro que no me victimizo y estoy consciente que el cuidado por la salud y el amor propio deben ser fundamentales para no caer excesos.

Con el tiempo aprendí que me gusta la comida, los chocolates, los pasteles, el refresco, pero si nos medimos podemos disfrutar cada pieza que nos comamos.

He aprendido que antes solo disgustaba un platillo con un refresco, ahora puedo combinarlo con una botellita de agua. Trato de evitar algunos alimentos que me puedan hacer subir de peso o consumirlos a ciertas horas del día.

Enfrentar la discriminación es parte de entender los pocos valores y educación que tienen los demás, pero les diré que en ciertos momentos he llegado a contestar sobre comentarios a mi persona y por increíble que parezca terminan las personas pidiendo una disculpa.

Es normal subir y bajar de peso. También lo es arrepentirse de haber comido en exceso algo que no. Sin embargo, hay que ser conscientes y consumir en pequeñas cantidades para así disfrutarlo sin remordimiento.

Tomar de aprendizaje lo que la misma vida nos ofrece, hacer a un lado la frase “El lunes comienzo”, cuando se puede iniciar en el momento que se desee de corazón puede dar mayores resultados para generar un verdadero cambio en todos los sentidos.

También ahora se, que si alguien me comenta algo sobre como luzco, recuerdo “La ley del espejo” que al final todo es un reflejo.

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