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El exorcista

“El exorcista”, la película perturbadora que cambió mi vida

Por salud mental, evito ver cine de terror…

Cuando se acerca la fecha previo al 31 de octubre, en donde se realiza la celebración en algunos países de “Halloween”, o como se conoce “Noche de brujas” o “Noche de víspera de difuntos”.

En la que miles de niños, en algunos casos van acompañados de un adulto y se disfrazan de algún atuendo, el cual quizá tardaron días en escoger o entre las prisas sólo lograron pintarse de payasos o de su personaje favorito.

Emocionados, llegan al exterior de las viviendas, tocan el timbre o la puerta y gritan “Trick-or-treat” (dulce o truco), con la única ilusión de que recibirán, dulces, chocolates, paletas o quizá hasta un regalo y disfrutarlos el resto de la semana.

Esta temporada, me trae recuerdos un poco extraños y es que como fronteriza, era muy característico que junto con mis vecinos en la colonia en la que vivía, Infonavit Casa Grandes, en Ciudad Juárez, Chihuahua, allá en la década de los 80.

Solíamos en ocasiones disfrazarnos con el peor vestuario, en lo personal, no fui muy buena para esos dotes, pero si entusiasmados corríamos a las casas cerca de la cuadra, con nuestras canastas improvisadas, que finalmente eras las bolsas de plástico de una tienda de abarrotes y gritábamos sin saber el significado de Trick-or-treat, que en realidad se escuchaba, “Truko, trik” o “Queremos halloween”.

Pero más emocionante era saber, si en realidad recibiríamos algo, en ciertos momentos lo que nos daban eran unas buenas corretizas, entre los perros y las vecinas que no les agradaba mucho la idea que tocáramos el barandal.

Quienes llegaban a obsequiarnos algo, eran pulpas de tamarindo, chicles totito, paletas de caramelo de bola, que duraban hasta una semana en que me las terminara, chile de polvo en bolsitas de plástico acompañadas de un billete de juguete y los chocolates eran de la marca Carlos V.

Mientras en el radio, no paraba de sonar la canción “Thriller”, del artista estadounidense, Michael Jackson, aunado a que tratábamos de imitar los pasos en grupo, ¡vaya que épocas!

Los tiempos fueron buenos, esos pocos momentos en los que tuve permiso de salir a disfrutar la tan esperada Noche de brujas.

Les diré que para poder contar esta historia, debí armarme de valor, porque es un tema muy difícil de abordar al grado que en encuentros familiares no se tocan esos tópicos, inclusive tuve noches en las que se me dificultó dormir, pero me parece interesante compartir mi experiencia.

Incluso mis sobrinos de broma me dicen, “Tía podemos hablar de “E.T.” (El extraterrestre, de Steven Spielberg, película que aborda el tema de la amistad de un niño con un alienígena lanzada en 1982).

Un día sucedió lo inesperado, recuerdo que llegaba a mi casa, en la sala estaban aquéllos sillones de una sola pieza y con dos cojines enormes cuadrados, claro, para mi lo eran tendría entre ocho o nueve años.

En medio, la famosa caja de madera, es decir la televisión la cual para cambiarle de canal, tenías que levantarte y sintonizar el de tu preferencia a través de una perilla, además de mover la antena y debías permanecer inmóvil hasta que se lograra ver el programa, película, caricatura o esperar el grito de la familia, “¡ahí se ve!”

Frente al televisor no podía faltar el comedor, aquéllos camuflados de amarillo con blanco, patas café y molduras anaranjadas y sus respectivas sillas de girasoles, que en ocasiones terminaba por colocar un pedazo de tela o toalla porque no eran muy cómodas.

Era un sábado por la tarde de verano, entre el olor a frijolitos recién hechos y la llegada de la tienda de uno de mis hermanos con las sodas Coca Cola de vidrio, que no podían faltar en el centro de mesa.

Cambiando un poco los canales, para sintonizar las películas que solían transmitir en las estaciones que nos llegaban de México, apareció “El exorcista” dirigida por William Friedkin, película de terror estadounidense lanzada en 1973. Una cinta que relata los fatídicos hechos de la posesión diabólica de una niña de doce años y los exorcismos a la que fue sometida.

Ya empezaba a obscurecer, nos quedamos alrededor de la televisión, trato de recordar esa escena familiar, en la que se escuchaban los platos y cubiertos para la hora de cenar.

Mientras, observaba las primeras escenas del film, en donde me impresionó ver a una niña en una película, en ese tiempo alucinaba con ser actriz.

Todavía, no llegaba la transformación endemoniada, de la pequeña Linda Blair, una de las protagonistas de El exorcista, que da vida a Regan MacNeil.

Conforme transcurría la historia más le ponía atención, ya que la música en una de sus piezas principales del compositor Mike Oldfield y el tema “Tubular Bells” (campanas tubulares), que se podía escuchar de fondo, combinada con las escenas que en su mayoría eran de noche, no dejaba de sorprenderme y me mantenía en suspenso.

No recuerdo si probé el plato de frijoles o si tomé el refresco, seguía muy atenta a la pantalla del televisor en lo que poco a poco comencé a tener pánico.

Aunque no comprendía realmente la trama, por la edad que tenía, pero mi curiosidad era a tal grado que seguía ahí.

Llegó la escena en donde la protagonista, estaba en la cama, vestida con pijamas interactuando con su mamá Chris MacNeil (Elen Burstyn). Regan, discutía con su madre, pero la voz la tenía distorsionada, es decir ya estaba poseída por el demonio.

Imaginen el terror que comenzaba a sentir, pero ahí estaba según yo muy valiente en lo que volteaba a ver a mis hermanos y todos con los ojos abiertos y asustados.

No se preguntan, ¿Por qué no me retiraron de la sala? o ¿Por qué mi madre, no evitó que continuara viendo la cinta?, si eso hubiera pasado, no estaría escribiendo este artículo.

De ahí, entran los personajes fundamentales en la trama. El sacerdote Merrin (interpretado por el actor Max von Sydow †) y el padre Damien Karras, (actor Jason Miller †).

Esta parte de la cinta, es de lo que más puedo recordar, como parte de el terrorífico momento, el cual cambió mi vida.

Durante los exorcismos que realizaban para intentar extraer el demonio de la pequeña, presentaron escenas muy perturbadoras, que fueron claves en la cinta.

Entre los gritos de Regan, en donde su rostro luce transformado, su cuerpo levitando, el drama de su madre que ve cómo buscan la forma de extraer a satanás de su hija.

Las peleas con los sacerdotes, los objetos de la casa golpeando la ventana de una recámara helada y el audio de las palabras de la niña endemoniada, eran momentos terroríficos que parecían que no terminarían.

Sin duda, las escenas difundían miedo, pero hubo una en específica, es como yo la recuerdo, la cual tardé años en borrar de mi mente, es en el momento en que aparece, el rostro de Regan poseída por el diablo.

Justo cuando el religioso Damien Karras, va caminando por la calle en época de invierno y se observa pensativo. En la historia, él tenía sus propios problemas, debido a una crisis de fe y la angustia por la muerte de su madre, de la que se sentía culpable.

Ese instante marcó mi infancia, han sido un sin número de veces que he trabajado en mi vida personal para borrar de mi memoria esos pedazos de la historia.

Hubo varias ocasiones, que no podía conciliar el sueño, tenía constantes pesadillas, dormía con la luz encendida de mi recámara, comencé a tener pavor a la obscuridad y desde entonces evito ver este tipo de films, ya sea en el cine, en la televisión y ahora en plataformas digitales, es decir descarté la posibilidad de ver películas de terror.

En uno de varios días que intentaba dormir, era tal mi miedo de que llegara la noche, que mi mente revoloteaba el close up (acercamiento) de la cara de El exorcista, que mi imaginación parecía no controlarse.

A tal grado fue, el impacto de la cinta, que platicaré una de mis anécdotas. En mi cuarto tenía un esquinero de madera, estaba recargado entre la pared y un closet, en el mueble tenía unas pequeñas muñecas con sus vestidos rosas con olanes y sentadas entre libros viejos.

Recuerdo cierto momento de mi niñez, voltear a verlas en medio de la oscuridad y la luminosidad lunar que entraba a mi ventana y habría jurado que observé que se le movían los ojos a una de ellas, ahora puede parecer una locura o divertido, pero en aquel tiempo me atormentaba, que sólo anhelaba que amaneciera. Terminé por colocar una toalla encima de las muñecas.

Aunado a que en momentos sentía que me hablaban, por el apodo que tenía de niña, “Chachis”, escuchaba voces y cuando lograba dormir, sentía que alguien querían despertarme.

Otra de tantas noches, llegué a tener pesadillas, sólo recuerdo haber despertado en la oscuridad y ver en el suelo una cabeza deformada, lo que me provocó correr como loca a la sala y gritar aterrorizada.

Al pasar el tiempo he trabajado en superar mis propios temores, supe que finalmente era mi imaginación, por el impacto emocional que recibí a mi corta edad y no ha dejado de representar una parte muy fuerte de mi vida personal.

En el año 2000, volvieron a reestrenar el film, pero remasterizada e incluyeron escenas impactantes que en su momento por la época en que se estrenó, fueron eliminadas.

De las más aterradoras, fue una toma que dura segundos, es la expresión de Chris MacNeil, justo cuando observa a su hija bajar las escaleras en posición de araña y vomita sangre.

Con la firmeza que habría superado esos miedos, decidí verla, pues ahí voy muy valiente, claro la mitad de la película mantuve los ojos cerrados, pero al escuchar la banda sonora, volví a mi niñez y a esos horroríficos momentos que me perturbaban de pequeña.

El exorcista, fue basada en un hecho verídico ocurrido en el año 1949, a un niño de 14 años, es considerada por lo críticos de cine como una de las mejores películas de la historia en su género.

Tuvo 10 nominaciones a los Premios Oscar, incluyendo mejor película, ganó dos, como mejor guión y sonido. Fue nominada a siete Globos de Oro, de los cuales obtuvo cuatro, también incluyendo mejor película dramática.

Cabe destacar que el mexicano Gonzalo Gavira (†), técnico de sonido cinematográfico, formó parte del grupo encargado de realizar efectos especiales.

Han pasado 47 años desde su estreno en cine y más de tres décadas que recuerdo haber visto esta verdadera obra maestra del terror y la defino así, porque en lo personal logró acaparar mi atención al grado de haber provocado un impacto psicológico en mi niñez.

Hay versiones, en las cuales a través de páginas de internet, están publicando que se reestrenará en el año 2021.

Desde mi perspectiva, esta foto es lo más parecido a la escena que describo en mi artículo, como el momento que desencadenó situaciones difíciles, aunque utilicé todo la tecnología a mi alcance y tardé varios días en tomar la decisión de publicarla.

-Perla Rico, perlarico.com

Tráiler inédito prohibido, click aquí.

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Tráiler del film remasterizado, con las escenas que habrían sido eliminadas, entre ellas cuando Linda Blair, aparece bajando las escaleras en una araña invertida. Vea el video abajo o haga click aquí.

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