A lo largo de mi carrera en los medios de comunicación, he tenido la oportunidad de conocer a personas con un enorme corazón por ayudar a los demás, y no solo eso, buscan alternativas para empujarlos a una nueva forma de vivir.
En esta entrevista, más que una entrevista es un homenaje a una mujer, madre de familia, abuela y bisabuela que por años ha logrado poner una semilla de música y cultura en el corazón de miles de juarenses. Incluyendo niños y adolescentes que viven en colonias marginadas, golpeadas por la inseguridad, el narcotráfico y otros problemas sociales, a través de Ciudadanos Comprometidos con la Paz en Juárez, A.C. (Ccompaz), en la que actualmente es la presidenta del consejo directivo.
Conozcan a Alma Rosa González Ramos, una juarense quien enfrentó el desamor familiar, alcoholismo, y drogadicción. Momentos claves que transformaron su vida haciéndola una Historia Extraordinaria.
1. ¿Cómo se considera Alma?
Alma: Yo me considero una persona resiliente, fuerte. Una mujer que ha salido adelante, primeramente, por mi fe. Soy una mujer que no se pone límites, tengo una visión y la sigo. Me ha costado bastante, pero, como decimos en México “No me rajo”.
2. ¿Cómo ha sido su historia en Ciudad Juárez, Chihuahua?
Alma: Pasé toda mi niñez y adolescencia aquí, a los 16 años comencé a viajar. Viví en la Cd. de México, Guadalajara, Estados Unidos, me volví muy vaga. Después de los 35 años me asenté en Juárez. Para entonces me casé, tenía mis hijos (Baldomero, Aarón, Sarah, Rebeca, Abigail) y formalicé la relación con (Domingo Alarcón) el padre de mis hijos.
Alma, trae a su memoria algunos recuerdos. “Te voy a decir con orgullo, voy a cumplir 70 años en agosto. En los tiempos de cuando era niña, nada más existían las carreras de agronomía o contaduría. Entonces, para la gente que llegaba del sur, solo había dos empleos para las mujeres, trabajadoras de casa o cantinas. No había fábricas, no había nada”.
En su plática, nos comparte. “Mi madre que era muy bella (Virginia Ramos) y se quedó en Juárez, es la historia de estos migrantes que tenían la ilusión de llegar a EE.UU. Mi padre (Antonio González) se fue a buscar vida al otro lado de la frontera y se le olvidó que había dejado a su familia”.
Continúa, “Ella tuvo que salir adelante y empezó de mesera, como era tan bonita no faltó un dueño de cantina que la invitara a trabajar a su negocio. Cuando tengo uso de razón, ya era dueña de cantinas, a mí me tocó esta parte donde no había necesidades económicas, pero si había mucha necesidad afectiva”.
“Estamos hablando, yo nací en 1951, y en 1968 me salí de la casa, yo estaba estudiando comercio, y caí en el alcoholismo, creo que yo era alcohólica desde los 13 años. Estaba en escuela de paga, resulta que, en esas escuelas privadas, no estaban acostumbrados a tener una niña donde su madre trabajaba en un bar y no solo eso, llegaba a las juntas despampanante, se vestía muy guapa, yo sufría ese rechazo, me hice muy altanera. Para los 15 años, ya conocía a una persona que usaba drogas y no tardé mucho en volverme una drogadicta, esa fue mi adolescencia”, dijo.
3. ¿Cuánto tiempo duró sumergida en el alcohol y las drogas?
Alma: Duré 20 años, en ese tiempo no había centros de rehabilitación, no había nadie quién te hablara sobre las drogas. De alguna manera había tomado conciencia que me había metido en un hoyo muy profundo. Comencé a darme cuenta que me había convertido en una basura, ya tenía dos hijos y mi madre era quien los cuidaba.
“Tuve una hija, me la quitó el Condado de El Paso, Texas. Todo eso me hundía en una tristeza. Comenzaba a trabajar, salía adelante, no duraba mucho tiempo cuando otra vez caía en la tristeza, el abandono, la culpabilidad y otra vez buscaba drogas. Pero, un día me acerqué a Dios, ya con 35 años, estaba muy acabada, desgastada, ya no tenía a mis hijos conmigo, mi madre enferma, fue como busqué otra forma de vivir”, comenta.
4. ¿Qué pasó a partir de ahí?
Alma: Estaba detenida por cosa que una hacía y ahí en ese lugar de detención, fue cuando tuve esa lucidez, donde dije, “Me he vuelto como un animal, soy como un animal”, acabada, delgada, sin uñas, una piltrafa. Comenzó a pasar en mi mente toda mi vida desde niña.
Recuerda el instante que la marcó para siempre y tomó la decisión de transformar su vida. “Entonces, cuando estoy en esta condición en ese lugar, me comienzo acordar de todo, y pensé”.
“En qué momento me convertí en un animal, fue como un dolor tan profundo en mi vida que dije, ‘esto no puede seguir'”.
-Alma Rosa González Ramos, presidenta del consejo directivo Ccompaz, A.C.
“Ahí fue cuando tuve un encuentro sin sonar religiosa, un encuentro con Dios. Decidí ir al único lugar que había, el Centro de Rehabilitación (Victory Outreach El Paso) Se encontraba uno de mis amigos de la misma vida desordenada que llevaba y era el único que me podía ayudar”, señala Alma.
Continúa. “Esto fue el 23 de abril de 1985, cuando cambió mi vida. Desde esa fecha hasta ahora, no he vuelto a consumir drogas. También me nació el deseo de ayudar, había mucha gente con tanta necesidad. Me preguntaba, ¿Qué puedo hacer? Lo primero, fue recuperar a mis hijos, el respeto porque nunca estuve con ellos, no era cualquier cosa, era restaurar 20 años”.
5. ¿Su trabajo en Ciudadanos Comprometidos con la paz en Juárez, Ccompaz A.C., surge a raíz de esto?
Alma: Si, yo comienzo a trabajar en diferentes programas. Mi primer trabajo social, era dando consejería a familias con hijos drogadictos. Después, fui pionera del Programa Compañeros, A.C., en prevención de VIH SIDA. Luego, me ofrecieron trabajar con pandilleros en Ccompaz, porque yo conocía a la gente de las calles, entré a otro mundo, los jóvenes andaban en sillas de ruedas porque los balaceaban por defender el barrio, a las pandillas. Estamos hablando del 78, 79.
Nos comparte cómo inició su labor en Ccompaz. “Era un proyecto donde no había recursos, comenzamos haciendo torneos de fútbol, cuando terminábamos los muchachos me decían ‘Qué sigue señora, ya tengo otro equipo’, ¿Cuándo iniciamos? Me partía el alma porque eso era lo único que tenían, la ilusión de salir a jugar. Llegamos a tener 300 pandilleros jugando y firmando pactos de paz. Eran las colonias Aztecas, Bellavista, Tierra Nueva, Zaragoza”.
Continúa. “Nos anclamos en la avenida de Los Aztecas, Santa María y Morelos, ahí conseguimos un centro comunitario. Nos dimos cuenta que al término de los juegos llegaban niños que eran parientes de los pandilleros, y se ponían para que les tomáramos la foto, pero hacían las señas de ‘tirando barrio’, ¿Qué crees que pensábamos?, ellos son los que siguen, si no hacemos algo, no sé qué va a pasar, porque los pleitos no eran nada más con piedras. Ahora traen armas”.
“Fue entonces que nos presentaron el ‘El Sistema’ un modelo de Venezuela para la formación de orquestas. Pero, ninguno sabíamos de música. Ccompaz era el único que tenía un centro comunitario y teníamos la opción de tener recursos de la Fundación del Empresariado Chihuahuense (FECHAC). Pero, como tengo un hijo (Aarón Alarcón) que es tenor, le hablé y le dije oye hijo ¿Cómo ves, nos ofrecen este tipo de trabajo? Me contestó, ‘Apuéstele mamá, la música le va a cambiar la vida a los niños'”, señaló, González Ramos.
“Comenzamos con 60 niños, en esa época se escuchaban los cárteles, algunos de ellos, eran hijos de los pandilleros, que ya habían emigrado a los grupos criminales, pero llevaban a sus niños a la música. Imagínate el panorama ver a estos jóvenes con sus tatuajes, pero con sus niños y su estuche de violín cargando. Estamos hablando en el 2005”, dijo.
Nos comparte una anécdota. “Fernando Lozano, era director de la Orquesta de Bellas Artes, él nos presentó ‘El sistema’. Nos dio una lista de instrumentos que necesitábamos, hablé con rotarios, empresarios, todos decían, ‘Estás loca, la música clásica no es para niños de barrio’. Pero el director de FECHAC, le apostó al proyecto. Coticé del más caro al más barato, cuando vimos al Maestro Lozano, vio los instrumentos y preguntó ¿Quién los compró? muy orgullosa le dije que yo, ‘Es que así no se compran, se compran por armonía’, ríe Alma, ¡Cómo iba a saber yo! fue algo tan cómico”.
Ccompaz A.C., busca disminuir las conductas violentas en niños, jóvenes y adultos en zonas vulnerables de Juárez, por medio de programas que impulsen actividades artísticas, académicas, físicas y oficios que fortalezcan el desarrollo humano. Laboran alrededor de 60 personas, entre músicos, maestros, coordinadores de grupo, administrativos, psicólogas y administrativos.
Cuenta con grupos de música clásica, mariachi, rock contemporáneo, música latinoamericana, danza y percusiones. Desde el 2005, han atendido un aproximado de 13 mil niños de los cuales 15% terminaron la escuela hasta llegar a la licenciatura o carreras técnicas.
Se cobra una cuota de 50 pesos al alumno por semana para el mantenimiento de instrumentos. Se les ofrece, un plato de comida nutritiva, reciben clases de música y educación física. La asociación es apoyada por el FECHAC y Paso del Norte Health Foundation. Durante en este sexenio han recibido ayuda de la Junta de la Asistencia Privada, la cual apoya a los organismos de la sociedad civil, en lo jurídico, legal y financiero.
Alma comenta. “A mí me gustaría un día ver al presidente Andrés Manuel López Obrador, y decirle ‘Aquí esta toda mi contabilidad para que usted vea como exprimen a la sociedad civil’, yo no me explico, cómo los ricos pueden evadir los impuestos, cuando nosotros, si no pagamos el 17 de cada mes, nos llega una multa. Tenemos que hacer 5 reportes anuales, desde hacienda y cada fundación. Nos fiscalizan por todos lados, algo que nos ha ayudado para estar en orden”.
6. ¿A dónde quiere llegar Alma?
Alma: Yo digo que, si lográramos estar en todo el Estado de Chihuahua, con eso me moriría tranquila, porque yo he comprobado sin ser músico, que el arte tiene un efecto muy importante en la vida de las personas.
7. ¿A quién le dedica todo lo que ha logrado?
Alma: Yo le doy gracias a Dios, a él le doy el honor que me dio de poder hacer este trabajo y enseguida a mis hijos. Les digo a ellos, “Esto les dejo hijos, para que continúen en la forma como lo puedan hacer y nunca se olviden del prójimo”.
Un último mensaje para nuestros lectores. Alma menciona.
“No hay límites para nuestros niños mexicanos, nuestros niños, son un tesoro, que solo hay que limpiarlo, pulirlo y que brille. Nuestros niños no son para ser sicarios, pandilleros, criminales, son hechos para brillar, porque tienen muchas habilidades, mucho talento”.
-Alma Rosa González Ramos, presidenta del consejo directivo Ccompaz, A.C.
Le agradezco por permitirme compartir al mundo que una mujer como usted debe ser reconocida por mantenerse firme y hacer que miles de niños, que se han transformado en adultos, tengan un futuro más prometedor. El impacto y legado que ha hecho en esta comunidad juarense es un orgullo para nuestra ciudad y que detrás de todas estas historias está, Alma Rosa González Ramos.
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