Decidí mudarme a una de las ciudades de Colorado, con la intención de explorar nuevas experiencias, claro que no tenía idea de como era vivir en otro país. Soy mexicana y originaria de Ciudad Juárez, México, para todos quienes apenas me están conociendo.
Recién había desempacado mis maletas en Denver, cuando comencé a buscar lugares para conocer, me refiero a sitios cerca de donde estaba viviendo. Pronto busqué comercios a través de la aplicación de Uber.
Subí al vehículo del servicio de transporte, lo que se convertiría en mi primer viaje, esto me ayudaría a ampliar mi conocimiento del sector y así mismo tener una comunicación con los habitantes.
Al ingresar al auto vaya sorpresa, al saludar al conductor de la compañía, muy amable me dijo, “¡Hello!” Yo un poco titubeante respondí, “¡Mmm, hola, hi!” Es decir, todavía no llegaba a comprender que debía acostumbrarme a otro idioma, lengua que sin duda no la domino.
Me puse un poco nerviosa pero como buena juarense rápidamente hice todo lo posible para que el hombre no se diera cuenta. Acto seguido me hizo una pregunta, “How are you?” (¿Cómo está?). Aquí viene otra interacción, pensé.
Inmediatamente en mi mente revoloteaban aquéllas clases de inglés que acudí en la preparatoria del Colegio de Bachilleres en Ciudad Juárez. En aquél tiempo me impartían lecciones de una pronunciación británica, cuya materia estaba a cargo de la famosa ‘teacher’, así le decíamos de cariño, a la maestra Guadalupe González.
Después de unos segundos traté de responder con mi acento britanico, “Good” (bien) pero claro la palabra a penas podía decirla. Sin embargo, el empleado de Uber, muy en su papel contestó, “Perfect” (perfecto). El trayecto continuó hasta llegar a mi destino.
Al bajar de la unidad terminó diciéndome, “Have a good day.” (Que tenga un buen día.) En lo que yo le respondí, “Gracias” en español. Proseguí con la agenda que traía de los lugares por visitar.
Ya estando en uno de los comercios, me dí cuenta que la mayoría de las personas tienen esa costumbre de saludarte y mostrarte una sonrisa. Esta situación me hizo sentir cómoda porque sería la primera experiencia en un país que no es el mío, que desconozco y en el cual comienzo una nueva vida. Pasé una bella tarde ese día.
De aquí partió esta historia, un “¡Hello!” (Hola) lo cambia todo. En lo que convirtió un día de nervios a un día maravilloso que recordar. Tanto así fue que que hasta los patos del mall me hicieron sentir bienvenida.
Hay más historias que me gustaría compartir pero las haré más adelante, para que me sigan leyendo. Mientras tanto les mando un cordial, “Hello.”